Era parte de una sonrisa, de sentirse pleno en un lugar lejano a la cotidiana realidad. Sentir las texturas del sur, pequeñas y entregando tanta felicidad con tan poco. Se puede, se siente, se llega. Pero solo si quieres llegar.
Es parte de un cuerpo ahora, de la vida cotiana con una cuota de desaparición veraniega y sureña, con una cuota también de paz y alegría infinita... con las preguntas constantes sobre lo vivido, aqui y allá, respuestas inmediatas y con brisas de las cascadas que nos rocian con esa brisa energizante del agua pura.