22 octubre 2011

Descubrí que la libertad renace escondida tras los soles y las hojas.
Que mis pasos pueden avanzar por donde nunca y siempre espere.
Volar es siempre más bonito cuando los límites (no) existen.
Aterrizar es cada vez más difícil, más tranquilo y más ameno.

En la vereda estaba el olor a jazmín opacando mis miedos,
dejándolos volar con el viento y permitiéndole a mi alma
cantar.

En estrella solitaria caminaba tratando de encontrarme
detrás de los pájaros cantores.
Detrás del ruido de mis zapatos, entre el atardecer y
el viento.

Mi libertad busca encontrarse, recorriendo realidades,
mundos y escondites.
Mis ojos buscan sinceridad plena, pupilas transparentes
y parpadeos tranquilos.
Mi corazón; está aquí, pero no busca.

Se columpian mis sentimientos, al reconocer mi espacio
y mi tiempo.
Sus manos manejan su ojo fotografiando paralelas realidades, mientras la cadena del columpio suena agudo y mi pelo baila con el viento (ese) que me acompaña en mis tardes.

Pasaron días y hoy el aire frio entra por mi ventana, mientras espero que las horas pasen, mientras espero tranquila verlo de nuevo, mientras espero.

Eran sombras las que aplaudían la introducción del asesinato.
Todos están expectantes y yo; vuelo por el espacio del principio de mi nuevo mundo.
La luz, se oscurece lento para recibir a mis asesinos.

Mi cuerpo ya no puede más, necesita silencio.

Te sorprendes con poco, te entusiasmaste con nada y
te pudres en mi memoria.

Asesinato en serie a neuronas y parte de la vida.
Salí en busca del asesino, salí en busca de mi sombra.

Y mi fantasma se acerca con pasos lentos para
mantener aún esa cierta distancia tenebrosa de los
recuerdos silenciosos en los rincones de la muerte
y entre las grietas de las corazas de mi corazón.