Y si como dijo Manu Chao “en este mundo todo es mentira”, será cierto como para creer ciegamente en eso, será cierto que de verdad se necesita a alguien para procesar bien las miles de ideas que uno lleva en la mente que da vueltas como ruleta.
Quizás sea verdad que en este mundo, las mentiras se huelen, se alcanzan, se ven, como si fueran algo común, como si fuera algo casi de la rutina. La gente se solía arrugar, mirar hacia otro lado. Pero hoy las cosas cambian, hoy la gente te mira a los ojos como a nadie, como si no tuviesen nada que esconder. Como si todo andará de “viento en popa” como decían.
El otro día los vi, después de mucho arrugados como ancianos, como si su vida fuese intensa, como si fuese a acabar en cualquier segundo. En realidad nadie se libra de eso, nadie, ni tu, ni yo. Huele la tranquilidad, la desesperación de la mentira, del guardar. Yo creo que voy a explotar, que en cualquier momento se me van a salir las palabras por los oídos y tu boca ya no hablara más, porque ahora lo harán tus manos en vez de tu boca, o tus pies, tus rodillas, pero no tu boca. Porque ya no podrá más con tanta mentira, con tanto engaño. Pero no se puede juzgar a todos con la misma piedra. No todos son así. No todos te miran a los ojos con esa mirada transparente trabajada o forzada. Algunos, solo omiten.
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